Galería de Retratos Ilustres
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Heroes: David Bowie

David Bowie no era más que un sueño hasta que David Jones decidió insuflarle vida. En la historia musical de este alterego de ciencia ficción que sustituyó al hombre, la trilogía Low, Heroes (1977) y Lodger (1979) forman parte de un cambio fundamental en su trayectoria. En concreto, el caso de Heroes parece rendir homenaje al carácter vanguardista de Bowie a la vez que exterioriza una contradicción presente desde sus inicios: el anhelo por traer al momento presente una promesa que todavía está por llegar. La expresión de este sentimiento se manifiesta en la proyección de las visiones del mañana, convirtiéndose en la única salida posible. El presente en Heroes resulta insatisfactorio pero a cada paso que avanza deja atrás lo imposible. Es ese futuro profundamente esperanzador el que sirve de aliento para continuar, transgredir las limitaciones contextuales y convertirse en héroe.
Sería mucho más adelante cuando el artista, poniendo fin a una década de silencio creativo, daría de nuevo un giro sobre la experiencia berlinesa en The Next Day (2013). Un largo recorrido desde la patria espiritual de los pintores expresionistas hasta la reivindicación del que se convirtió, sin ninguna duda, en el símbolo de su propia identidad y de su lucha.
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Hitchcock: Maestro del Suspense

¿Podría ser el sentido del humor lo que más claramente define la capacidad de lidiar con los distintos fenómenos que componen nuestra particular historia frente al porvenir?
El merecidamente apodado Maestro del Suspense conocía las reglas vitales (o mejor dicho, la ausencia de ellas) que ordenan los acontecimientos, permiten prever la respuesta emocional o nos trasladan el lenguaje no verbal como subtítulos de lo que verdaderamente sucede o está a punto de suceder.
Un buen observador distingue la diferencia entre contemplar con pasividad una escena e involucrarse indirectamente en la acción para interpretarla. Trasladado al universo literario: «(…) no debemos preguntarnos qué dice, sino qué significa», diría Umberto Eco sobre los libros. De la misma manera, Alfred Hitchcock nos permite conocer ya no sólo lo que ocurre en la pantalla sino a leer en la trama los hechos nos transmiten, lo que quieren decir. Abandona los clichés que se suelen aplicar a las historias de misterio para presentarnos relatos con elementos que nos recuerdan al espectáculo de la propia vida: las pulsiones humanas, lo absurdo, la mala fortuna como principal antagonista o lo superfluo de las palabras en los diálogos.
En la amalgama de información que nos ofrece, desproporcionadamente de carácter visual, Hitchcock nos invita a distinguir los espejismos de las señales para deducir la secuencia lógica de los hechos. Una tarea que no resulta nada fácil: es tentador dejarse embaucar por la intensidad de las proyecciones mentales de los personajes que protagonizan las secuencias y que en muchos casos, sólo conducen a callejones sin salida. Tendremos que armarnos de valor, astucia y capacidad de abstracción para combatir estas ficciones que tanto se parecen a la realidad. También será necesario mantener intacto el escepticismo para orientar nuestros pasos: la verdad, además de velada, acostumbra de presentarse a cenar con diferentes trajes.
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La vida hecha teatro: Shakespeare
©2017 Irene Merino Para conocer la elocuencia, la hipérbole y el esplendor de Shakespeare no basta con leerlo, debemos contemplarlo encarnado sobre las tablas de un escenario. No en vano es considerado como el mejor dramaturgo de todos los tiempos además del más destacado escritor en lengua inglesa (y a la par, el menos inglés). Sus textos cobran vida al reinventar personajes comunes en la tragedia, la comedia o la trama histórica. Humanos demasiado humanos (diría Percy Shelley) que a pesar de sus modos y maneras, conectan con la realidad que habita en el público. Quizás sea aquí donde resida su genialidad: no es sólo el conjunto de elementos que configuran la existencia lo que la define. Es la exteriorización de experiencia vivida a través del ser humano lo que nos permite maravillarnos y reconocer a otros en sus personajes e incluso, empujarnos a descubrirnos a nosotros mismos. Su teatro puede considerarse el reflejo de cómo es la vida pero sobre todo cómo cada cual, se imagina que es.
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