Muchas veces me he preguntado a qué pertenece más determinada respuesta, común en diferentes formas y al mismo tiempo, inequívoca.
Me refiero a algo así como un resorte autoinfligido, debido probablemente a la proximidad de sus orígenes.
Podría describirse como abrir y cerrar los límites de la percepción, entornar un rato el pulso ininterrumpido o preservar las reservas de oxígeno.
Volver al planeta Tierra para entonces tomar conciencia de que te maravillaste un poco y, a fin de cuentas, resulta evidente que tendrás que renunciar en el plan del día a ser el Indiana Jones de otra galaxia.
Siendo justos, aquello te ha dado la vuelta y, parece mentira (con lo bien que lo tenías todo ordenado) pero se ha saltado la veda y, sin aviso previo, te ha pillado al descubierto, territorio inexplorado, al encontrar algo de su belleza en ti mismo.
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©Ciudad Real, 2015 Irene Merino Mena.
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