La conservación de dispositivos de almacenamiento informático

Desde sus inicios, la conservación ha experimentado un desarrollo progresivo. Tanto el concepto del propio arte como el de las intervenciones se han visto afectados por cambios al igual que los criterios, técnicas de intervención o los productos empleados a partir de las investigaciones llevadas a cabo. No sólo esto, también se ha dado una importante reflexión entorno al leit motiv de la actividad tras  darse el distanciamiento temporal oportuno, permitiendo además poner a prueba de forma razonada y objetiva los efectos de las intervenciones realizadas transcurrido un generoso margen histórico (tanto teóricamente como en cuanto al comportamiento físico-químico).

Quizás, el hecho de que la efectividad de las decisiones en materia de conservación-restauración sea demostrable a través del juicio que el propio tiempo tradicionalmente ha impuesto haga que su asimilación como parte de la propia disciplina pueda resultar demasiado lenta en determinadas ocasiones.  Al menos podría parecernos así si lo comparamos con el ritmo con el que se han sucedido los acontecimientos históricos, la revolución tecnológica y más concretamente, el auge de los soportes informáticos desde finales del siglo XX.  Por este motivo, conocer los dispositivos de almacenamiento más comunes y sus particularidades debería formar parte de la amplia variedad de bienes en las que puede especializarse un profesional de la conservación-restauración de cara a su preservación en archivos o fondos. Más aún considerando el momento actual, en el que empiezan a ser más comunes las consecuencias relacionadas con su inestabilidad y deterioro al haberse incrementado su presencia en la sociedad contemporánea a un ritmo voraz desde al menos un par de décadas.

Para empezar, podemos clasificar estos dispositivos en relación con la principal máquina electrónica a día de hoy en almacenamiento y tratamiento de la información: el ordenador. Las unidades fundamentales que podemos encontrar en este instrumento se dividen en memoria interna y la memoria externa o auxiliar. Dependiendo del tipo de tecnología empleada, encontramos:

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Magnética: disquete/disco flexible, disco duro. La información se escribe de manera secuencial, pudiendo acceder tras pasar por el resto de la cinta que inmediatamente precede a los datos que buscamos.

Los disquetes están constituidos por una cinta cubierta de una capa magnetizable muy flexible. Cuando se inserta dentro de un equipo, la aguja lectora se apoya en el disco de tal manera que dependiendo del estado en que se encuentre y el tiempo que transcurra en contacto, podrá terminar por arañarlo. Otros deterioros comunes en estos dispositivos son los relacionados con los campos magnéticos con los que interaccionen, siendo susceptibles por ejemplo a los altavoces. Los agentes externos como el polvo, la luz, la electricidad estética o las temperaturas extremas pueden afectarles también significativamente .

Los discos rígidos o duros resultan similares a los anteriores, aportando como diferencia el estar protegidos por una carcasa de aluminio que los aisla de los factores externos. Otra diferencia es la de su lectura, ya que no incluye el rozamiento al que se ven sometidos los disquetes. Los deterioros son similares pero se reducen los riesgos a los que se pueden ver sometidos al estar «encapsulados». Es aconsejable evitar someterlos a movimientos o vibraciones.

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Óptica: disco compacto, dvd. Los dispositivos de almacenamiento óptico se caracterizan por su lectura mediante láser, siendo legibles a partir de cómo esta luz se refleja en ellos.  Los cambios bruscos de humedad y temperatura les afectan enormemente, provocando deformaciones que dañan su legibilidad y pudiendo dar lugar al desarrollo de hongos como el geotrichum candidum, geotrichum clavatum y geotrichum fici. Por este motivo, es aconsejable su almacenamiento individualizado ya que puede extenderse la contaminación rápidamente de un disco a otro.

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CD infectado por hongos

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Microchip: memorias flash. Utilizan la tecnología NAND, procedente del mismo sistema de chips  que otros componentes informáticos. Son muy resistentes a los golpes y a los cambios ambientales respecto a los anteriores pero muy sensibles a las vibraciones. Permiten la regrabación hasta un millón de veces sin deteriorarse aunque pueden verse afectados por el uso inadecuado o la extracción sin seguridad. El deterioro electromagnético es el más frecuente en su caso, pudiéndose detectar cuando la información tarda mucho en transmitirse o se produce  un fallo  de redundancia cíclica.

Todas estas consideraciones básicas deben tomarse en cuenta de cara a su uso y su adecuada conservación. No olvidemos que estos dispositivos, a pesar de ser desechables o tener un marcado carácter temporal, pueden albergar datos valiosos por su singularidad e importancia documental. Tomar las medidas oportunas y con ello, evitar su deterioro, puede suponer la diferencia entre salvar o perder irreversiblemente la información que contienen. Una paradoja más que evidente si pensamos en cómo otros objetos u obras de arte, a pesar de originarse varios siglos atrás son intervenidos y con esto, se prolonga significativamente su supervivencia mientras que muchos de estos sistemas de almacenamiento, por el contrario tan recientes, han quedado inutilizados en cuestión de pocos años.

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Más información en:

https://www.facebook.com/conservacionrestauracionirene/

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